
Es indudable que vivir cerca del madrileño parque del Retiro tiene sus ventajas. Pero, cuando éramos pequeños, tenía muchas más. Nuestros niños y jóvenes de hoy tienen a su alcance decenas de entretenimientos a su disposición, mientras que nosotros teníamos un balón, o unas chapas o, lo mejor de todo, un enorme parque a nuestra disposición.
Una de las ventajas a las que hacía referencia es tener la Feria del Libro tan cerca. No recuerdo desde cuando, supongo que desde siempre, la Feria era todo un acontecimiento. Durante esos días, había "paga extra" que administrar con cuidado, para no gastar todo el primer día, en cómics principalmente. Tardes enteras correteando entre las casetas, mirando, tocando, pidiendo que nos regalasen pegatinas, marcadores de página o cualquier otra cosa que nos saliera gratis...
El tiempo ha pasado, pero la magia de la Feria sigue ahí. Aún hoy, después de tanto tiempo, disfruto de esos paseos (menos de los que quisiera). Aprovecho para ir en domingo, día grande en la Feria, cuando algunos de nuestros principales escritores se dejan caer por allí a firmar libros (momento casi mágico, tener delante al escritor al que admiras). En otra ocasión os contaré algunas anécdotas curiosas que tengo con Matilde Asensi o con el mismísimo Pérez Reverte (¿te acuerdas, verdad?). Y después, unas cañitas en La Montería. El domingo perfecto.
Gracias por darme la respuesta perfecta a cuando alguien me pregunta ¿qué echas de menos de Madrid?. Efectivamente esos días, o de mucho calor o de mucha lluvia eran muy especiales... sobre todo cuando alguién te decía: pues yo prefiero ir a una librería que hacen el mismo descuento y no hay agobios. Pues eso, y tampoco vayáis a La Montería que así podremos disfrutar más los "ilusionables"
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